Un día decidí volar...
pero me di cuenta que ¡no tenía alas!
no estaba lista para volar,
me era imposible emprender el vuelo;
me era imposible emprender el vuelo;
ese vuelo del que tantos hablaban,
presumían y realizaban.
presumían y realizaban.
Tuve miedo, ¿acaso había perdido mis alas?
¿acaso me las habían cortado?
o ¿acaso había nacido sin ellas?
El miedo que sentí me recorrió como calosfrío
y decidí entonces mi ojos cerrar.
Encerrarme en mí misma, en mis ideas,
Sin fijarme en mi andar,
Sin fijarme en mi andar,
¡porque no tenía alas!
Entonces, comencé a caminar,
paso a paso,
paso a paso,
sin ver, sin mirar en dónde estaba,
quien llegaba, quien se iba,
que hacía o no,
vivir y seguir con los ojos cerrados,
aunque limitara mi andar...
Así... un día, ¡mis ojos abrí!
pero ya había pasado por caminos,
ya había recorrido y dado algunos pasos.
El tiempo ya había pasado.
Fue, cuando reconocí que era verdad,
¡que pude haber llegado!!
¡que pude haber logrado!!
conseguir lo que yo hubiese soñado...
Si no me hubiera aferrado a tener alas,
y a caminar con los ojos cerrados...
No hay comentarios:
Publicar un comentario